viernes, 26 de julio de 2019

LA EDUCACIÓN COMO PROYECTO DE INCLUSIÓN SOCIAL.


PENSAMIENTO DE SIMÓN RODRÍGUEZ: LA EDUCACIÓN COMO PROYECTO DE INCLUSIÓN SOCIAL.



Simón  Rodríguez  representa  el  pensamiento Ilustrado  latinoamericano.  La  coherencia  interna de  sus  planteamientos  como  maestro colonial y como maestro republicano lo ubica dentro de los grandes pedagogos del siglo XIX.

Consideró la  educación  social como  el mecanismo a través del cual las Repúblicas podrían llegar a consolidarse y a la sociabilidad como el fin social de la escuela, en la medida en que el primer deber de un republicano era saber sus obligaciones sociales. Planteó la primera escuela como el fundamento del saber y el medio a través del  cual  los pueblos  lograrían la  civilización. Propuso la inclusión social a través de la ‘escuela  para  todos’,  la  formación para  el trabajo y la adquisición de nuevos hábitos que posibilitaran las relaciones sociales propias de un sistema republicano



En su primera experiencia como maestro de  primeras letras, se enfrentó a la

realidad social y política de las escuelas, situación que lo llevó a presentar el Proyecto de Reforma de escuelas de Primeras Letras en 1794, bajo el tratado “Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas y medios de lograr su reforma por un nuevo establecimiento” (Rodríguez,1988); inicialmente, el proyecto fue aprobado y puesto en marcha el 5 de junio de 1795, pero pocos meses después, el Cabildo dio informe negativo del proyecto y con ello Rodríguez renunció a la escuela, dejando plasmado su pensamiento crítico sobre el estado de la educación y nuevas ideas para reformarla..

El pensamiento pedagógico de Simón Rodríguez durante el período republicano, etapa en la que “su preocupación se centra en la ‘fundación’ de repúblicas - que están establecidas pero no fundadas - usando como instrumento la escuela, con objetivos muy precisos, sin desconocer los aspectos técnicos de organización y aprendizaje” (Lasheras, 1994, p. 13).

El compromiso de Simón Rodríguez a lo largo de su vida, fue demostrar la necesidad y la posibilidad que a través de una escuela generalizada o popular, se podría sentar los cimientos de una nueva sociedad.

La nueva educación

Para Simón Rodríguez, la República como “cosa pública”, era el resultado de múltiples combinaciones donde la educación del hombre estaba en el centro de la discusión dada la necesidad de construir nuevas relaciones sociales que exigía el orden político republicano (Rodríguez, 1975a, p.405).

En sus palabras expresó: “Sociedad republicana es la que se compone de hombres íntimamente unidos, por un común sentir de lo que conviene a todos viendo cada uno en lo que hace por conveniencia propia, una parte de  la conveniencia general” (Rodríguez, 1975a, p. 381-382).

Este andamiaje de la educación en la sociedad republicana se fundó en la “pri-

mera escuela”, ella sería el punto de partida a través del cual se tejerían los hilos que requería la sociedad republicana:

Los gobiernos deben ver  en  la  primera  escuela  el fundamento del saber y la palanca del primer género con  que  han  de  levantar los pueblos al grado de civilización que pide el siglo. El interés general está clamando por una reforma de la instrucción pública; la América está llamada por las circunstancias a emprenderla: La América no debe imitar servilmente, sino ser original. Enseñen, y tendrán quien sepa; eduquen, y tendrán quien haga. La guerra de independencia no ha tocado a su fin (Rodríguez. 1975, p. 2).

Rodríguez se interesó por lograr que el pueblo tuviese las herramientas para gobernarse a sí mismo a través de la educación. Cuando nombraba al pueblo, se refería a los muchachos pobres, a los declarados ilegítimos, a los expósitos, a las niñas, a los vagos y a los excluidos en general (Rodríguez, 1975a, p. 313).

Propósitos de la educación

La intención pedagógica de su método quedó señalada en Chuquisaca, en el escrito “El libertador del Mediodía de América” (1830). Planteó que la intención no era llenar el país de artesanos rivales o miserables, sino instruir y acostumbrar al trabajo, para hacer hombres útiles, asignarles  tierra y auxiliarlos en su establecimiento; en otras palabras, se trataba de colonizar al país con sus propios habitantes ( Rumazo González, 1975, p. 64).

De esta manera, hacía visible a la población que hasta ahora había sido excluida de las políticas de gobierno y revalorizaba los mal llamados oficios bajos, invitando a la mayoría de los marginados a aprender bien su labor. La primera casa de industria pública en Bogotá en 1823



Para Simón  Rodríguez era  impensable  una sociedad  que  no  contemplara  la inclusión social y con ella la educación para todos, de esta manera confirió el mismo nivel  de importancia  a  la educación  intelectual como  a la  educación  técnica, asumiendo que la nueva sociedad requería de ciudadanos instruidos en los oficios y en las artes como instrumento de revaloración del ciudadano y del lugar que este podría llegar a ocupar en lo social a través de la formación para el trabajo (García Sánchez, 2007, p. 157).

La  instrucción  general que  proponía  Rodríguez  era aquella  que  ofreciera al

hombre el conocimiento de las obligaciones que adquiría por el hecho de vivir en sociedad. Privar a los hombres de la instrucción general lo consideraba un acto de inhumanidad en la medida en que la ausencia de tales conocimientos, los ponía en la condición de precariedad y vida miserable. Asumía que “la instrucción era para el espíritu, lo que para el cuerpo, el pan” (Rodríguez, 1975a, p.325).



La instrucción, concebida así, era el medio para transformar las costumbres, los hábitos del trabajo y reconocer el valor de lo útil y de la vida en sociedad.

“En sociedad cada individuo debe considerarse como un sentimiento y han  de  combinarse los sentimientos para  hacer  una conciencia social” (Rodríguez, 1975d, P.284). Esta nueva realidad debía ser acatada por los directores

de la República si querían construir una nueva sociedad de la que todos hicieran parte en igualdad de condiciones.



La educación social

En el pensamiento de Rodríguez, no era posible construir una “verdadera sociedad sin educación social, ni autoridad razonable, sin costumbres liberales” (Rodríguez, 1975d, p. 230). Cuando se refería a la ‘educación social’, la asumía como la posibilidad de formar en los individuos la conciencia del bien común; en sus palabras así lo expresaba: “la mayor fatalidad del hombre, en el estado social, es no tener con sus semejantes, un común sentir  de  lo que conviene  a  todos. La  educación social remediará este mal” (Rodríguez, 1975d, p. 365).



Para que la educación social fuera un hecho, debía ser agenciada por el Gobierno, ya que este es quien forma la moral de los pueblos, los encamina a la grandeza, a la prosperidad y al poder. ¿Por qué?, porque teniendo a su cargo los elementos de la sociedad, establece la educación pública y la dirige.



Desarrolló plenamente las ideas sobre la educación social, en la obra “Consejos de Amigo dados al Colegio de Latacunga” (Rodríguez, 1955) el cual fue su último texto, escrito en 1851, a la edad de 81 años, en la madurez de su pensamiento y en medio de condiciones económicas precarias; el texto no fue conocido en la época y solo un siglo después se editó en Quito, Ecuador en 1954.



En este tratado pedagógico enunció básicamente dos consejos. El primero, asegurar los  fondos  y financiamiento  del colegio, realizar reformas  al currículo para que se dictara  el castellano y  Quichua  en lugar  del  latín; física, química, historia natural, en lugar de teología, derecho y medicina. Además, propuso establecer dos fábricas de loza y vidrio y crear una albañilería, carpintería y herrería. Insistió en las ventajas del estudio de la naturaleza, en primera instancia, para poderse explicar los fenómenos y circunstancias naturales y en segunda, para producir riquezas durables y ser útiles a la sociedad. Con esta propuesta Simón Rodríguez deseaba convertir al  “Colegio de Latacunga” en una escuela de artes y oficios y, a través de ella, generar todo un movimiento económico que desarrollara la región.



 El segundo  consejo  estaba  encaminado a  influir en  el Congreso  de Ecuador para que se expidiera una ley en favor del sostén y propagación de la escuela social, imponiendo una contribución personal para la construcción de edificios, rentas de maestros, gratificaciones de curas, gastos de enseñanza y todo lo relacionado con el sostenimiento y propagación de La Primera Escuela o la escuela social.



Respecto a la nueva organización de la Escuela Social, propuso un reglamento escolar que dividió en tres partes: ramos de enseñanza, método y modo de enseñar y conducta del maestro con los discípulos

Dicho reglamento de enseñanza, debería ser difundido y  conocido por todos los que solicitaran admisión a la escuela con miras a su cumplimiento general; quien no estuviera en condiciones de sujetarse a él, debería renunciar a la solicitud de ad-misión. Adicionalmente, funcionaría una junta inspectora de la instrucción primaria con el objeto de “dar al maestro, un juez, ante el cual pueda acreditar su celo y para infundir a los niños, el respeto debido a la escuela, viendo que personas respetables se interesan en protegerla” (Rodríguez, 1955. p. 147-149). Esta junta sesionaría una vez al mes para tratar todo lo relacionado a la educación y estaría sujeta a tres inspecciones: “A la de los padres en sus casas, a la de los maestros en sus escuelas y a la de la policía en las calles” (Rodríguez, 1955, p. 45).



Con respecto a los costos de la educación pública, propuso que fueran los padres de familia quienes contribuyeran con el financiamiento de la educación, este dinero que se solicitaría a los padres de familia, serviría para comprar los útiles de los estudiantes los cuales podría utilizar durante todo el tiempo de estudio, con la condición de entregarlos en su totalidad una vez terminada la jornada.



El hombre integral debería ante todo ser útil a la sociedad y para ello, ideó la propuesta de la Escuela-Taller que fue una idea construida por Rodríguez para América, junto con la Escuela Social, la Escuela Popular y la Escuela Republicana. La Escuela-Taller sería el mecanismo apto para revelarle a los ciudadanos un nuevo concepto del trabajo y de los oficios, de tal manera que se pudieran transformar las viejas concepciones culturales arraigadas desde la colonia sobre el mundo del trabajo. Rodríguez no desconoció que para la transformación de nuestras sociedades era necesario comprender la manera, el método y el modo del ser americano

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